Es un paso angosto y profundo del río Tónchima, a 944 m.s.n.m., en un relieve de montaña con estratos de areniscas y arcilla, que se corta por acción erosiva y la fuerza del agua, en un ecosistema de bosques primarios de cabecera de la microcuenca. Las paredes del cerro son empinadas en un ángulo de 90º y con series piramidales, que alcanzan los 60 metros de alto y genera condiciones de un paso lento y navegable del agua por una extensión de 400 metros y con profundidad máxima de 15 metros. La Encañada es usado como una piscina natural, donde se encuentra un puente peatonal que es usado por los pobladores para trasladarse a sus parcelas y realizar sus actividades cotidianas como la pesca artesanal con tarrafa o anzuelo, así como el cultivo de cacao, café, arroz y especies frutales caña de azúcar, plátano, naranjas; a su vez se ofrece el servicio de paseos en balsas elaboradas con maderos de forma artesanal. El lugar está rodeado de helechos, orquídeas y bromelias; especies medicinales como lancetilla, matico e ishanga; y otras especies como ficus, palmeras y bejucos. Asimismo, se observa especies de aves, tales como: loros, gallito de las rocas, pihuichos, golondrinas, gallinazos, lechuzas; y en mamíferos está habitada por mono pichico y murciélagos, a su vez es común distinguir a la mariposa Morpho Azul. A 5 minutos en vehículo vía trocha carrozable de La Encañada, se encuentra el caserío de Belén; donde se ofrecen servicios de: alimentación, orientación turística, espacios para acampar y ser parte de la cultura del reciclaje que practica la comunidad.
No arrojar residuos y seguir las normativas locales es esencial para mantener la belleza y la salud de nuestros destinos turísticos. Con responsabilidad y respeto, protegemos la naturaleza y las comunidades que hacen posible estas experiencias únicas. ¡Disfruta tu viaje y contribuye a un turismo sostenible!